Cuando una pareja se somete a un tratamiento de fertilidad puede ser necesario recurrir a la donación de gametos (donación de óvulos, donación de semen o adopción de embriones) ante la imposibilidad de utilizar los propios.
La idea de que un hijo no vaya a contar con el material genético de uno o ambos progenitores puede generar tristeza, miedo, frustración, dolor, incertidumbre, algo que conocemos como duelo genético. Se plantean dudas sobre su vinculación con el niño/a, experimentan frustración porque piensan que el futuro bebé no compartirá rasgos físicos, o miedos sobre cómo afrontar las posibles futuras preguntas del niño/a sobre su origen, llevándoles a incluso decirnos “me arrepiento de la ovodonación“.
Estas dudas y miedos, entre otros, conocidos como “duelo genético” , son una sensación o reacción emocional de pérdida totalmente normal cuando la recepción de gametos se plantea como la única opción para ser padres biológicos.
En el pasado se consideraba que la identidad genética venía definida por los genes que heredamos, sin embargo, hoy conocemos que existen mecanismos que alteran la expresión genética sin alterar la secuencia del ADN, esto es, lo que se conoce como “epigenética”.
¿Qué es la epigenética en la ovodonación?
La epigenética hace referencia a la modulación de la expresión de un gen durante el embarazo, ya sea este con gametos propios o en gestaciones con gametos donados. A través de los fluidos maternos, el embrión obtendrá elementos que se unirán a sus genes, moléculas necesarias para formar un nuevo epigenoma en el embrión, que influirá en las características físicas, psicológicas y en la salud general del futuro hijo/a. No hay que olvidar que el útero es el primer entorno para el bebé y que la madre es capaz de modificar la expresión de los genes del embrión durante la gestación, participando activamente en la información del niño/a. Un mismo embrión en otro útero sería completamente diferente.
Es importante conocer que, lo que convertirá a un bebé en un ser humano único es la combinación de aspectos genéticos, epigenéticos y educacionales. La forma de educar, de relacionarnos con nuestro bebé y el entorno en el que crecerán tiene más peso que los genes a la hora de forjar la personalidad y el carácter del niño/a.
Por tanto, la filiación y la identidad no dependen de un ADN en común, sino de un vínculo que va más allá de los genes y que se construye día a día.
¿Cómo superar el duelo genético?
Muchas veces nos plantean la pregunta sobre cuánto dura el duelo genético. Una de las mejores formas de superar el duelo genético es entender cuál es la vinculación entre la madre y el embrión en este tipo de procesos, así como mantener una comunicación constante y abierta con el otro miembro de la pareja. Sin embargo, como ocurre con cualquier pérdida emocional, puede conllevar tiempo y puede ser conveniente asesorarse por profesionales.
Un espacio terapéutico permitirá a los y las usuarias reflexionar sobre la decisión, exponer abiertamente miedos y dudas, recibir información de calidad de profesionales, descubrir ideales y fantasías, identificar sus creencias sobre la maternidad/paternidad, cuestionar mandatos sociales y generar recursos internos para afrontar el proceso de aceptación de la donación, poder reilusionarse y valorar la situación como una oportunidad y no como una pérdida, porque ser padres va mucho más allá de los genes.